CUADERNO DE VIAJE “PROVENZA”
Texto de Jean-Marie Dallet y Philippe Testard- Vaillant (Anaya Touring Club)
Extracto de la introducción Amparo Sanz Abenia
De norte a sur, de Montélimar a Martigues, un día cualquiera de verano, el sol de la Provenza calienta siempre de tal forma que, al anochecer, el suelo
despide un calor sofocante –como una piedra roja-, envolviendo las casas con su aliento de fuego y filtrándose por entre la piedra seca de los muros y la
suave ondulación de las tejas romanas de los techados.
Las cigarras zumban durante todo el verano, desde el alba hasta el anochecer. A veces, cuando el calor aprieta, lo hace con mayor intensidad para detenerse
bruscamente todas a la vez al mediodía –el midi le juste del que habla Valéry y que sólo puede ser provenzal-.
Del origen histórico de la Provenza cabe decir que coincide con la caída del Imperio Romano y la invasión de los bárbaros. El término “Provenza”
corresponde, por tanto a una comunidad lingüística y étnica, impregnada por la cultura grecorromana, que sobrepasa ampliamente la región que lleva ese
nombre.
Van Gogh, ese pelirrojo del norte, logró pintar mejor que ningún otro su luz y su magia, al llegar a Arles, Van Gogh escribe: “Es demasiado hermoso…
La Provenza es eterna… Lejos de los pueblos que cuelgan de los acantilados en el corazón de la región.
El amor de las mujeres, a un tiempo taciturnas y risueñas. Maternidades radiantes.
Un hombre enciende su pipa, una mujer canta Adiós Venecia provenzal. Oscurece. Todo permanece inmóvil, ajeno al tiempo. Los ojos se clavan en la noche,
cuando las cigarras ya han enmudecido.